Lo sé, me merezco pena de cárcel, flagelación con el gato de nueve colas y anatema perpetuo.
Pero por más que me esfuerzo no soy capaz de verles virtudes a las fotografías de esta aplaudida fotógrafa.
No sé si su trágica muerte habrá influido anímicamente (a favor) en quienes, con más experiencia y categoría que yo, han elogiado muy positivamente sus fotos.
No me atreveré a decir que sean malas fotografías, me guardaré bien de tener semejante atrevimiento, sólo es que no me transmiten nada.
Salvadme de mi ignorancia, amigos.