Este capítulo dedicado a Pérez Siquier me ha parecido extraordinario.
Me da por pensar en la fortuna que tuvo, en su día, no sólo de tener el gran "ojo fotográfico" innato que tenía, o de tener tan cerca de su propio habitat escenarios tan sugerentes como La Chanca, sino también de vivir en tiempos de ingenuidad y buena fe por parte de la gente a la que fotografiaba. ¡Madre mía, si hasta fotografiaba a niños y no le denunciaban por ello!
Carlos Pérez Siquier fotografiando La Chanca, al igual que Ignacio Marroyo cuando fotografiaba la zona chabolista del Somorrostro o Eugenio Forcano cuando lo hacía entre los gitanos de Montjuic, todos ellos disfrutaron siempre de una accesibilidad a lo que se quería fotografiar que es absolutamente impensable en los tiempos de hoy.
Te acercas en la actualidad a alguien con una cámara en la mano, y en cuanto la aproximas a tu cara con intención de hacer la "candid pic" del siglo te cae una demanda judicial por invasión de la intimidad. Sí, ya sé que exagero, pero vamos, las posibilidades fotográficas de aquellos maestros no tienen nada que ver, por desgracia, con lo que "está permitido hacer" en los tiempos de ahora. Y ya no digamos si se te ocurre ir a hacer fotografías a una zona lumpen...